Haití, Una Barca a los Tumbos

Puerto Príncipe, 11 de septiembre de 2014, Documentos Alterpresse, Marc-Arthur Fils-Aimé * –

Desde que el presidente Michel Martelly asumió el poder, hace tres años, el país no ha tenido un momento de neta claridad política. El presidente no ha hecho más que gobernar en aguas turbulentas. Las crisis nacen, mueren y renacen de otras formas. La mayoría de estas crisis están provocadas, a veces ​​voluntariamente y otras no tanto, por el propio jefe de Estado cuando propone o ejecuta medidas al margen de las normas constitucionales. Algunos de sus colaboradores más cercanos o amigos personales, también cometen actos que perturban los principios republicanos.

¿Estos sobresaltos políticos pueden o deben servir de fuerza motriz para hacer funcionar un país? Mientras tanto, las puertas de la llamada comunidad internacional, de la cual el jefe de Estado obtiene amplios beneficios, le están completamente abiertas.

La comunidad internacional asimilada a sus intereses

El presidente Martelly está muy cómodo en medio de esta situación, sobre todo porque cuenta con el apoyo de dicha comunidad internacional que nunca perdió una oportunidad para demostrarle su satisfacción. Esta comunidad ignora y ridiculiza todos los aspectos negativos y las diversas insatisfacciones planteadas por varios sectores de la sociedad. A pesar de la pobreza y la inflación que afectan a más y más fracciones sociales, incluso las que alguna vez sufrieron menos las consecuencias, y a pesar de todos los signos evidentes de corrupción en el seno de la familia política del primer ministro Laurent Lamothe y del presidente Martelly, la comunidad internacional permanece pegada a sus intereses.

Por otra parte, el Fondo Monetario Internacional presiona al gobierno para que aumente los precios de los productos derivados del petróleo, una exigencia que va a agravar la situación económica de las masas populares y complicar aún más la coyuntura preelectoral. Si las dos ramas que forman el Poder Ejecutivo dudan de ejecutar esa orden, no es por insubordinación a los que la exigen sino por miedo a la reacción popular en vista de las próximas elecciones.

El Secretario General de las Naciones Unidas, el Sr. Ban Ki-moon, acompañado de su esposa, se incorporó a la lista de “visitantes ilustres” al emprender su quinta gira por Haití los días 14 y 15 de julio pasados. Sólo atinó a mitigar el accionar de los Cascos Azules en la introducción y la propagación del cólera en el país, reconociendo la responsabilidad moral de las Naciones Unidas. Tomó la vía tradicional de promesas vagas para calmar los ánimos inquietos y sobre todo para proteger el poder Martelly / Lamothe. Con un tono serio, que esconde en realidad el desprecio hacia las clases populares que son las principales víctimas de esta epidemia que no ahorró ningún rincón de nuestro país, anunció ciertas gestiones para encontrar algo así como dos mil millones de dólares para su erradicación.

Nadie ignora que este tipo de promesas nunca se cumplen, y cuando las pocas ayudas obtenidas lleguen, sólo servirán para enriquecer a los Clinton y compañía y algunos lacayos locales. Se diría, como quiere la lógica neoliberal, que la vida humana no sólo es explotable y maleable a gusto, sino también una simple entidad monetaria. Es en esta misma lógica que el Sr. Ban Ki-moon reconoció y elogió los avances obtenidos por el tándem Martelly / Lamothe.

Fortalecido por este apoyo, el 19 de julio de 2014 en un encuentro político con sus seguidores residentes en Estados Unidos, el presidente Martelly les aconsejó evitar el retorno de los comunistas al poder. En ese, su país de adopción, parece que Martelly puede darse el lujo de olvidar todas las contribuciones hechas por los comunistas de Cuba y Venezuela: esas masas de dinero provenientes de los fondos de Petro-Caribe y la asistencia técnica inigualable de los profesionales cubanos en el campo de la salud, sin los cuales el gobierno nunca podría haberse dado la posibilidad de vanagloriarse con sus programas aspirina « ti manman cheri » (“Mamita querida”), « ede pèp » (“Ayuda al Pueblo”), etc. Gracias a la flexibilidad de los comunistas cubanos y venezolanos, el Presidente se siente cómodo para presentar a la nación su reemplazante, o sea su primer ministro Laurent Lamothe, y de forma ilegal y prematura, ¡abrir la campaña electoral a su favor! De todas maneras, como se encuentra ya al final de su mandato, él no sufriría demasiado alguna reacción comunista en el caso improbable que la hubiera. La clave para el presidente de la República es agradar y sobre todo asegurar, sus tutores naturales.

Si se evoca la presencia constante de crisis, esto no significa que todas sean de la misma importancia. Algunas de ellas tienen un carácter relativamente superficial, como la revocación de un Comisario del gobierno en la ciudad de Les Cayes, Jean-Marie Salomon, por haber detenido a un amigo personal del Presidente implicado en un asunto de drogas. Otras son más importantes porque influyen profundamente sobre el funcionamiento del actual gobierno. Es el caso del proceso electoral, con algo más de dos años de retraso y cuya posibilidad todavía sigue siendo incierta.

Hoy por hoy, toda la atención está focalizada en las elecciones. El presidente Martelly debería haber organizado dos. La que está al orden del día sería, si se quiere, la tercera y la fecha constitucional para su realización ha perimido desde diciembre del 2013. ¿dónde estamos ahora?

La organización de las elecciones en Haití, toda una novela.

La organización de elecciones en Haití ha sido desde hace tiempo, una verdadera novela. Actualmente, el gobierno va por su tercer Consejo Electoral Provisorio o Permanente. Este Consejo, responsable de organizar las elecciones primero para un tercio del Senado, y ahora para sus dos tercios, cabalga entre una P permanente y una P provisoria. Este valsecito depende de la coyuntura o el equilibrio de la correlación de fuerzas sobre el tablero político, y es suficiente para demostrar la magnitud de la confusión que nubla la atmósfera social desde hace varios años. Con esta situación que cada día es más compleja y difícil, la organización de las elecciones y sobre todo la aceptación de los resultados, se anuncian azarosas.

Efectivamente, el gobierno ha anunciado para el 26 de octubre próximo la organización de las próximas elecciones para renovar los dos tercios del Senado, la Cámara de Diputados y todo el aparato de los gobiernos locales. Mientras tanto, existe un Consejo Electoral que es la expresión cabal del modo de gobierno del presidente Martelly.

Primero puso a la cabeza de un manoseado Consejo al Sr. Fritzo Canton, un duvalierista notorio y actualmente uno de los abogados de Jean-Claude Duvalier, quien ha tomado decisiones estructurales en vista de instalar la maquinaria electoral dotada del enorme poder de organizar el próximo escrutinio. Hoy, después de negociaciones de todo tipo, el Consejo está constituido por 9 miembros según la cifra constitucional, pero esta vez presidido por el Sr. Max Mathurin. Fue este señor quien había dirigido las elecciones de 2006, y que había aceptado, de acuerdo al orden de los poderes extranjeros, proclamar la victoria de René Préval como presidente de la República, aun cuando éste no había reunido el 50% + 1 de los votos necesarios según la ley electoral en vigor. Hay un dicho haitiano humorístico, popularizado por el publicista François Latour, que dice: “Quien está loco, enloquecerá”.

Convertido nuevamente en presidente de un Consejo Electoral que no ha reunido gran confianza nacional, ¿habrá evolucionado lo suficiente el Sr. Mathurin, como para no doblar la rodilla ante los ocupantes? Grandes figuras de la política electoralista han planteado numerosas distorsiones a la Carta fundamental que tenderían a poner toda la maquinaria electoral bajo el dedo de Martelly. Una vez más, uno se pregunta ¿de qué Constitución hablamos? Las dudas persisten al respecto. ¿Estamos bajo la égida de la Constitución de 1987, o la que fue modificada en mayo de 2011, que hasta el momento no ha sido promulgada por el Presidente de la República?

El Consejo Electoral a cargo de las elecciones ahora en preparación está impugnado por la gran mayoría de los partidos políticos tradicionales. Han declarado que este Consejo, aún con sus 9 miembros, no es creíble. Tiene una mayoría leal al poder que está dispuesta al fraude a su favor. Estos partidos, que siempre han presentado una gran parte de los candidatos que compiten por los diversos puestos electivos establecidos, no han cesado de denunciar al gobierno que, no obstante, sigue multiplicando los gestos para perpetuarse, hasta recurriendo a terceros. Algunos de estos partidos se niegan a reconocer ese Consejo y a respetar el calendario publicado. Para ellos, el Presidente y sus principales secuaces no quieren elección alguna este año. ¿Estos protagonistas están suficientemente armados política e ideológicamente para no participar en las próximas elecciones? Estamos seguros que van a descubrir artilugios para colarse en ellas, hasta para denunciarlas eventualmente en caso de su fracaso.

Y entonces, ¿cuáles serán las consecuencias para el año 2015?

El panorama coyuntural nos invita a dudar de la celebración de las elecciones este año. Sin embargo, el 6 de enero 2015 será una fecha límite en la que el Parlamento quedará caduco, debido a la finalización del mandato de ese segundo tercio del Senado y de toda la Cámara de Representantes. ¿Cómo este gobierno sospechado de grandes actos de corrupción va a poder funcionar fuera de todas las normas constitucionales?

Rodeado de grandes cuadros duvalieristas, y siendo él mismo también duvalierista, más de uno teme que el presidente y su equipo restauren el duvalierismo bajo una forma renovada. Algunos signos marcados por una fuerte represión lo demuestran claramente, durante las manifestaciones contra el gobierno o de protestas selectivas, sea en Puerto Príncipe, la capital, o en algunas localidades de provincia, exigiendo servicios sociales tales como el agua, la electricidad, etc.

Un miembro de la llamada comunidad internacional ya se ha pronunciado dispuesto a acompañar al gobierno si habría que gobernar el país por decreto. El gobierno también ha recibido el apoyo explícito de las multinacionales que quieren, por fuera de todas las normas ambientales nacionales e internacionales, saquear toda la riqueza mineral de nuestro subsuelo. El Banco Mundial tiene una ley que redactó para el país. Según algunos parlamentarios, esta ley excluye el Parlamento haitiano de la firma de cualquier contrato con las multinacionales mineras. Un simple acuerdo con el Ministerio de Planificación, actualmente en poder del Primer Ministro, sería suficiente para entregar nuestros bienes subterráneos a los depredadores nacionales y/o internacionales.

No hace mucho que estas multinacionales descubrieron o, mejor dicho, decidieron dar a conocer, la existencia de estas riquezas en nuestro subsuelo. Estos se estiman en más de 40 mil millones de dólares, sólo en la parte norte del país. La presencia de la MINUSTAH (Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití) está allí para controlar o ayudar a la policía de Haití a sofocar, a través del uso desproporcionado de la fuerza, todas las movilizaciones anti-gubernamentales. Lanzan gases lacrimógenos en abundancia sin importar el carácter pacífico de estas movilizaciones o el lugar donde estas protestas se llevan a cabo, ya sea cerca de una escuela o un hospital, por ejemplo.

Las elecciones, que constituyen un acto de soberanía nacional, están bajo el control establecido por dicha comunidad internacional desde el regreso del ex presidente Aristide en 1994. En un libro escrito por una ex Consejera electoral, la Sra. Ginette Chérubin, titulado El VIENTRE podrido de la bestia, se explicó claramente cómo la comunidad internacional elevó el Sr. Martelly a la presidencia cuando sólo había alcanzado el tercer lugar en la primera vuelta de las elecciones de 2010. Esta comunidad no ha cambiado su comportamiento pese a todas las denuncias en su contra.

La embajadora de los Estados Unidos de América, la Sra. Pamela White, dijo en 2013 por la Voz de América, la radio oficial del gobierno estadounidense, que la comunidad internacional no estaba dispuesta a financiar tantas elecciones en el país. Sin embargo, se había planeado las elecciones para ese año. Es verdad que el tesoro de Haití participa sólo con una muy pequeña proporción de los desembolsos para la realización de estas elecciones que se están volviendo cada vez más caras. Los gastos de los candidatos son tan altos que el país está en proceso de montar una verdadera plutocracia. Los candidatos de pequeño bolsillo no pueden competir ni siquiera por los cargos electivos más pequeños. Esta tendencia antidemocrática está muy alineada con un presidente de la República quien ha pedido al pueblo, durante una de sus innumerables giras en el país y afuera, esta vez en Ouanaminthe, a no votar por los pobres en las próximas elecciones.

Todo indica que el presidente Martelly, al colocar obstáculo tras obstáculo, no hace más que ejecutar el calendario que las potencias internacionales le han presentado. El primero para perpetuar su gobierno y mantener todas las ventajas unidas a su poder y las otras, para someter al país y saquear todas sus riquezas dejándonos, como en el pasado, unas pocas migajas después de haber asesinado a nuestro medio ambiente. ¿Se puede preguntar adónde se encuentra la barca nacional?

  • Director General del Instituto Cultural Karl Lévêque (ICKL), Puerto Príncipe, Haití

(Traducido del original en francés: Haití, une barque qui tangue)

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