
‘Ya estoy cansado de seguir esperando, las generaciones que me precedieron también tuvieron una mala vida’, dijo un manifestante mientras portaba una pancarta de ‘áAbajo Jovenel!’.
En Puerto Príncipe y otras ciudades, casi a diario decenas de personas salen a las calles en contra del actual Gobierno, al que acusan de mala gestión, y deploran su implicación en malos manejos de los fondos públicos.
En mayo último el Tribunal de Cuentas indexó a una docena de exfuncionarios gubernamentales, y al actual presidente en un esquema de malversación del tesoro nacional, proveniente del programa venezolano Petrocaribe, que debía atender las urgencias del país.
‘La corrupción impide que nos desarrollemos como nación’, dijo por su parte, Sirio Pierre, y también condenó que la comunidad internacional ‘nunca ha estado a favor del pueblo’.
La víspera, la embajada de Estados Unidos en Haití, divulgó un comunicado en el que alentó a ‘todos los actores políticos, económicos y de la sociedad civil de Haití a entablar un diálogo inclusivo sin demora ni condiciones previas para determinar el camino a seguir por un gobierno operativo que sirva al pueblo haitiano’.
Sin embargo, en las calles denuncian que lo que quiere el ‘pueblo’ es la renuncia de su presidente y la instalación de un gobierno capaz de hacer frente a las urgencias del país.
La oposición rechazó ‘sin contemplaciones’ el diálogo propuesto por Washington, al que catalogó de ‘injerencia’ y reiteró el nuevo calendario de protestas antigubernamentales, a partir del próximo domingo.
Desde mediados de septiembre Haití está sumida en una intensa crisis sociopolítica, que mantiene cerrados los centros docentes, y paralizadas las principales actividades económicas, comercio, administración pública y otras.
Mientras el presidente declaró que se mantendrá en su puesto, la oposición radicaliza las protestas y se agudiza la crisis en Haití, con graves consecuencias para todos los sectores.
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