Rodrigo Fernández Miranda | Alba Sud
“Hoy la situación es que en una negociación de salida [a la crisis de deuda] hay ahora partes en la conversación que no tienen interés en el resultado… tenemos a estos fondos buitre como tenedores de deuda, que han tomado el riesgo sin tener interés en el resultado; sus intereses no coinciden con los intereses reales de nadie en general, quieren que la negociación explote, y eso destruye la efectividad de todo el sistema de negociación. Esto es lo que hace imperativo el crear una manera alternativa de hacer las cosas” (Joseph Stiglitz).
Semanas atrás el juez estadounidense Thomas Griesa dictó una sentencia a través de la cual obliga al Estado argentino a pagar a un puñado de fondos buitre, en efectivo, el total de la deuda soberana defaulteada que compraron a precio de remate en 2008. ¿Quiénes son y cómo operan estos fondos? ¿Qué hay detrás de este fallo y cuáles pueden ser sus consecuencias?
Del endeudamiento a la carroña financiera El 23 de diciembre de 2001 Argentina anunciaba que no cancelaría los vencimientos de capital e intereses de su deuda pública: 130 mil millones de dólares, el mayor default de la historia. Tres días antes, en medio de un estallido social en todo el territorio nacional, “corralito”, niveles récord de pobreza, desigualdad y desocupación,había renunciado el presidente Fernando De la Rúa (1999-2001). El mito del alumno privilegiado del Consenso de Washington se había derrumbado.
El país había ido contrayendo su deuda externa durante décadas, aunque en los diez años anteriores de aplicación de recetas neoliberales ésta había crecido sensiblemente. El sostenimiento de la paridad cambiaria del Plan de Convertibilidad,implementado en 1991 por Domingo Cavallo durante el Gobierno de Menem (1989-1999), obligaba al país a endeudarse cada vez más. Siguiendo con las políticas de endeudamiento, De la Rúa (con Cavallo en la cartera de Economía) puso en marcha las operaciones financieras “Blindaje” y “Mega-Canje”
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